La enfermedad del hígado graso es cada vez más común en todo el mundo, particularmente en las naciones occidentales.
En Estados Unidos, es la forma más común de enfermedad hepática crónica y afecta aproximadamente a una cuarta parte de la población. Hay dos síndromes de hígado graso diferentes, pero ambos tipos no muestran síntomas perceptibles.
Prevalencia de la enfermedad del hígado graso
La enfermedad del hígado graso es más común que nunca y la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) es especialmente prevalente. Una de las enfermedades hepáticas más prevalentes en el mundo, su prevalencia está estrechamente relacionada con el aumento de la obesidad y las enfermedades metabólicas.
Las cifras precisas de prevalencia pueden cambiar según el grupo demográfico y la región. Sin embargo, según una investigación, la NAFLD parece afectar aproximadamente al 25% de la población mundial.
Es posible que la incidencia pueda llegar al 30-40% en algunos países, según el tipo de población. Además, las tasas de obesidad infantil están aumentando, lo que es en gran parte responsable del aumento de la incidencia de NAFLD entre niños y adolescentes.
Este patrón genera preocupación, ya que puede provocar problemas hepáticos a largo plazo, así como otros problemas de salud relacionados.
Formas de enfermedad del hígado graso
Existen diferentes formas de esta enfermedad. Los tipos se mencionan a continuación:
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Enfermedad del hígado graso inducida por el alcohol
La enfermedad del hígado graso inducida por el alcohol es causada por el consumo regular de alcohol. Alrededor del 5% de las personas en los EE. UU. padecen esta forma de enfermedad hepática.
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Enfermedad del hígado graso no relacionado con el alcohol
La enfermedad del hígado graso no relacionada con el alcohol (NAFLD) no está asociada con el consumo de alcohol.
La afección afecta a uno de cada tres adultos y uno de cada 10 niños en los EE. UU. Los investigadores no han encontrado la causa principal de la enfermedad del hígado graso no relacionada con el alcohol.
Además, numerosos factores, como la obesidad y la diabetes, pueden aumentar su riesgo.
¿Conoce los síntomas?
Síntomas de esta enfermedad No son tan prominentes, pero pocos de ellos se ven con mayor frecuencia.
Algunas personas que padecen esta afección desarrollan complicaciones graves, que incluyen cicatrices en el hígado.
La cicatrización del hígado se conoce como fibrosis hepática. El daño hepático debido a la cirrosis es permanente. Por eso es tan importante, en primer lugar, evitar que se desarrolle.
Los síntomas destacados son los siguientes:
- Pérdida de apetito
- Control de Peso
- Debilidad o fatiga
- Náuseas
- Picazón en la piel
- Piel y ojos amarillos
- Fácil aparición de hematomas o sangrado
- Exposición a ciertas toxinas
- Pérdida de peso rápida
- Condiciones genéticas raras, como la enfermedad de Wilson o la hipobetalipoproteinemia.
¿Cuáles son los consejos de prevención?
Actualmente, no se ha aprobado ningún medicamento para tratar esta afección. Se necesita más investigación para desarrollar y probar medicamentos para tratar esta afección.
En muchos casos, los cambios en el estilo de vida pueden ayudar a revertir la mayoría de las etapas de la enfermedad. Sin embargo, existen muchas medidas de prevención que se pueden tomar para la enfermedad.
Cambios en el estilo de vida
Los cambios en el estilo de vida son el tratamiento de primera línea a este respecto. Dependiendo de su condición actual y sus hábitos de estilo de vida, podría ser útil:
- Perder peso
- Reducir o abstenerse del consumo de alcohol.
- Consuma una dieta rica en nutrientes y baja en exceso de calorías, grasas saturadas y grasas trans.
- Haga al menos 30 minutos de ejercicio cada día.
Perder peso
Es uno de los elementos más cruciales en el proceso de pérdida de peso. Generalmente, es el primer curso de acción. Ayuda a reducir la grasa del hígado, la inflamación y las cicatrices.
La cantidad de grasa en el hígado se puede reducir perdiendo sólo del 3% al 5% de su peso corporal. La cirugía para bajar de peso es otra opción si tiene mucho que perder.
Hacer ejercicio durante al menos 30 minutos cada día puede ayudarle a perder peso, lo que le ayudará a evitar enfermedades.
Dieta
Controlar la dieta puede ayudar en gran medida a prevenir o reducir la enfermedad del hígado graso. Una dieta bien equilibrada ayuda a tratar la afección y reducir el riesgo de complicaciones.
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Dieta equilibrada: Trate de seleccionar alimentos de todos los grupos de alimentos. Esto incluye frutas y verduras frescas, cereales integrales, proteínas magras, lácteos bajos en grasa y grasas y aceites saludables.
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Cortar calorías: Trate de limitar su consumo de alimentos ricos en calorías.
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Consumo de fibra: La fibra puede ayudar a mejorar la función del hígado. Ejemplos de alimentos ricos en fibra incluyen frutas y verduras frescas, legumbres y cereales integrales.
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Dejar de consumir alcohol: Evitar el alcohol es muy necesario para reducir los síntomas de la enfermedad. El alcohol es un gran factor negativo en cualquier tipo de enfermedad, especialmente en la enfermedad del hígado graso. Por lo tanto, reducirlo o eliminarlo por completo ayudará en gran medida a la supervivencia del paciente.
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Hidratación: Beber mucha agua puede ayudar a mantener a la persona hidratada y también mejorar la salud del hígado.
Medicina alternativa
No se ha demostrado que ningún tratamiento de medicina alternativa cure la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Estos son algunos de ellos:
1. La vitamina E– La vitamina E y otras vitaminas conocidas como antioxidantes podrían ayudar a proteger el hígado reduciendo o neutralizando el daño causado por la inflamación. Pero se necesita más investigación.
2. café– En estudios de personas con enfermedad del hígado graso no alcohólico, aquellos que informaron haber bebido dos o más tazas de café al día tuvieron menos daño hepático que aquellos que bebieron poco o nada de café.
Conclusión
Debido a su creciente incidencia y posibles efectos a largo plazo, la enfermedad del hígado graso es un problema de salud grave.
La esteatosis simple (acumulación de grasa) puede evolucionar a formas más graves, como cirrosis, fibrosis hepática, esteatohepatitis no alcohólica (NASH) e incluso carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).
El tratamiento de los factores de riesgo subyacentes es necesario para el manejo de esta enfermedad.
El tratamiento de la enfermedad implica tratar los factores de riesgo subyacentes, como dejar el alcohol en el caso de AFLD y establecer un estilo de vida saludable, que incluye perder peso, hacer ejercicio regularmente y llevar una dieta equilibrada en el caso de NAFLD.
Para la prevención y el manejo son fundamentales la detección temprana, los cambios en el estilo de vida y los controles médicos de rutina.