Cáncer de vulva
El cáncer de vulva es una neoplasia maligna poco común que afecta los genitales femeninos externos. Los posibles síntomas son picazón, malestar, bultos o cambios en el tono o la textura de la piel de la vulva. La infección por el virus del papiloma humano (VPH), el tabaquismo, la inflamación vulvar persistente y la supresión inmunológica son factores de riesgo de cáncer de vulva. Dependiendo de la etapa del cáncer y su ubicación, las opciones de tratamiento pueden incluir quimioterapia, radioterapia, cirugía o cualquier combinación de estas. Los resultados exitosos del tratamiento dependen de la detección temprana, y las pruebas de Papanicolaou y los exámenes pélvicos de rutina pueden ayudar a identificar anomalías vulvares. Además de abordar los factores de riesgo, el manejo implica mejorar la salud ginecológica general.
Acerca del cáncer de vulva
Sintomas: La picazón, el malestar o el dolor persistentes de la vulva, especialmente en ausencia de una causa conocida, son posibles signos de cáncer de vulva. También puede haber alteraciones externas en la piel de la vulva, como bultos, úlceras o llagas que no cicatrizan. Además, puede haber sangrado o flujo vaginal inusual, lo que requeriría una valoración médica.
Causas: Generalmente no se conoce la causa precisa del cáncer de vulva, pero varios factores, como el tabaquismo, el envejecimiento, los trastornos cutáneos crónicos que afectan la vulva y la infección por el virus del papiloma humano (VPH), aumentan el riesgo. Además, la neoplasia intraepitelial vulvar (VIN), un historial de lesiones precancerosas de la vulva, puede predisponer al cáncer de vulva.
Tratamiento: El curso del tratamiento para el cáncer de vulva está determinado por una serie de variables, incluido el estadio y la extensión de la enfermedad. Para extirpar el tejido maligno, se puede utilizar cirugía, como la vulvectomía radical o la escisión local extensa. En circunstancias específicas también podría ser necesaria la disección de los ganglios linfáticos. La quimioterapia y la radioterapia se pueden utilizar junto con o sin cirugía, especialmente en los casos más graves. También se están considerando la terapia dirigida y la inmunoterapia como posibles tratamientos para el cáncer de vulva. Mejorar el pronóstico de las personas con cáncer de vulva requiere una detección temprana y una planificación exhaustiva del tratamiento.
Procedimiento del cáncer de vulva
Diagnóstico: Para confirmar la existencia de cáncer de vulva y establecer su estadio, primero se realiza una evaluación integral. Esto incluye un examen pélvico, una biopsia de cualquier lesión sospechosa y pruebas de imágenes (como resonancias magnéticas o tomografías computarizadas).
Consulta del equipo multidisciplinario: Un grupo de expertos médicos, compuesto por oncólogos radioterapeutas, oncólogos médicos, oncólogos ginecológicos y otros especialistas, trabajan juntos para crear un plan de tratamiento personalizado que se adapte a los requisitos particulares del paciente.
Cirugía: Para el cáncer de vulva, las opciones quirúrgicas incluyen disección de ganglios linfáticos (extirpación de los ganglios linfáticos adyacentes para evaluar la diseminación), vulvectomía (extirpación total o parcial de la vulva) y escisión local (extirpación del tumor más un margen limitado de tejido circundante).
Terapia de radiación: En situaciones en las que la cirugía no es práctica o no desea mejorar los resultados quirúrgicos, la radioterapia se puede realizar sola o junto con la cirugía para atacar y erradicar específicamente las células cancerosas.
Quimioterapia: Cuando el cáncer ha avanzado más allá de la vulva, se pueden usar medicamentos de quimioterapia antes o después de la cirugía para disminuir el tumor, destruir las células cancerosas y reducir la probabilidad de recurrencia.
Inmunoterapia: Para fortalecer las defensas del cuerpo contra las células cancerosas y ayudar en la lucha contra la enfermedad, los médicos pueden recetar medicamentos de inmunoterapia.
Cuidados de seguimiento: Después del tratamiento, son necesarias consultas de seguimiento de rutina para evaluar la eficacia del tratamiento, controlar cualquier efecto adverso y estar atento a las recurrencias. Para ayudar a los pacientes a adaptarse a los efectos secundarios psicológicos y fisiológicos de su tratamiento, también se puede ofrecer rehabilitación y atención de apoyo.