Tratamiento de la artritis reumatoide

La artritis reumatoide, también conocida como AR, es una enfermedad inflamatoria y autoinmune. Surge cuando el sistema inmunológico de su cuerpo ataca involuntariamente a las células sanas, lo que provoca una hinchazón dolorosa en las áreas afectadas del cuerpo.
Las articulaciones son el objetivo principal de la AR, a menudo varias articulaciones a la vez. La AR afecta con frecuencia las articulaciones de la mano, la muñeca y la rodilla. El tejido articular se ve dañado por la inflamación del revestimiento de las articulaciones afectadas por la AR.
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Acerca del tratamiento de la artritis reumatoide
La inflamación relacionada con la artritis reumatoide es lo que también causa daño a otros componentes del cuerpo. Aunque ahora hay muchas más opciones de tratamiento disponibles debido a los nuevos medicamentos, la artritis reumatoide grave aún puede causar limitaciones físicas. La terapia para la artritis reumatoide junto con medicamentos se puede utilizar para tratar y controlar eficazmente la AR. Los modificadores de la respuesta biológica (biológicos) son un tratamiento eficaz de segunda línea para la artritis reumatoide (AR); Estos tratamientos se clasifican como fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) ya que reducen la progresión de la enfermedad y previenen la deformidad de las articulaciones.
Procedimiento de tratamiento de la artritis reumatoide
El tratamiento de la artritis reumatoide (AR) implica un enfoque integral y personalizado para controlar los síntomas, mitigar la inflamación y prevenir el daño a las articulaciones.
El diagnóstico precoz, a menudo facilitado por los reumatólogos mediante exámenes y pruebas diagnósticas exhaustivas, es crucial.
La principal línea de defensa incluye los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME), siendo el metotrexato una prescripción inicial común. Se pueden usar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) y corticosteroides a corto plazo para aliviar los síntomas.
La fisioterapia y la terapia ocupacional desempeñan funciones clave en el mantenimiento de la flexibilidad y la función de las articulaciones.
Las modificaciones en el estilo de vida, incluido el ejercicio regular, el descanso y una dieta equilibrada, contribuyen al bienestar general. La intervención quirúrgica, como el reemplazo de articulaciones, se reserva para casos graves. El seguimiento periódico mediante chequeos, análisis de sangre y estudios de imagen ayuda a ajustar los planes de tratamiento.
El apoyo psicosocial es integral para afrontar los aspectos emocionales de las enfermedades crónicas.